La habanera en Cataluña
La llegada de soldados, indianos y comerciantes desde Cuba después de la guerra de emancipación Cubana favoreció que, a principios del siglo pasado, la habanera gozara de una amplia popularidad. El gran éxito de la zarzuela entre el público catalán y español, además de la interpretación que se hacía de ella en coros y orfeones, facilitó que las americanas, tal y como eran conocidas las habaneres en la época, tuvieran un público muy amplio. Pero después de este momento culminante, las habaneras sufrieron un gran declive durante los años cincuenta y únicamente subsistieron en reducidos ambientes populares, especialmente en la costa ampurdanesa. En las tabernas y en las barracas de pescadores no pervivieron como género claramente identificado, sino mezcladas dentro del repertorio de las canciones del momento: boleros, polcas, sardanas, jotas… por intérpretes no profesionales, pero de una musicalidad envidiable.
En año 1948, Xavier Montsalvatge, Josep Maria Prim y Néstor Luján, publicaron el Álbum de Habaneras, el primer intento para salvaguardar un género en peligro de desaparición. Años más tarde, en 1966, en Calella de Palafrugell, se presentó el libro Calella de Palafrugell i les havaneres de Joan Pericot, Frederic Sirés y Ernest Morató. Para presentar el libro, los organizadores celebraron una cantada de habaneras en la taberna de Can Batlle. Era el origen de la Cantada d'Havaneres de Calella de Palafrugell, la primera edición de la cual tuvo lugar en 1967.
La Cantada de Habaneras de Calella de Palafrugell actuó como un verdadero revulsivo para la formación de los primeros grupos, constituidos únicamente para participar en ella. El turismo y la desaparición del viejo mundo de los pescadores habían hecho desaparecer la habanera de los espacios populares. La habanera había pasado de la taberna al escenario.